EL DIBUJO I
Práctica primigenia en la forma de expresión de toda persona. Desde la niñez comenzamos a trazar líneas, garabatos, grafismos para representar ideas que rondan en nuestra cabeza, que pasean frente a nuestros ojos y queremos fijarlas, perpetuarlas en el papel, o en la pared, o en la ropa !! Qué niño no "manchó " su ropa con témpera, o bolígrafo (cuando lográbamos hurtarle uno a nuestros padres).
Y las paredes? qué mejor superficie puede existir más que esa enorme superficie libre para plasmar los intentos de representación del mundo que tenemos en nuestra cabeza?
Pero con el tiempo algo pasa: nos invade la inhibición, ataque al cual no todos sobreviven. A tal extremo que hay quienes se auto invalidan hasta para realizar esquemas libres, impensados en el margen de una agenda, o en algún papel cercano al teléfono. Lástima, no?
Y sì ! una lástima porque el dibujar, el dejar que la mano trace líneas rectas y curvas, que rellene superficies, que reproduzca de alguna manera la apariencia de algún objeto, es una actividad muy sana, muy divertida, muy relajante.
Entiendo que habrá personas que piensen que son incapaces de ejercer esta actividad, pero en realidad, es una incapacidad o es una limitación por no lograr resultados que se piensan esperados por un observador externo?
Han probado alguna vez simplemente jugar con las líneas? Trazar líneas por donde nos va pareciendo, sin tener una finalidad, una meta?
Bien: este tipo de grafismo libre, placentero, sin rumbo claro, es conocido como Zendala. Todos hemos hecho alguno, en algún momento, en algún margen de cuaderno, en algún papelito suelto.
Y esta práctica, a más de placentera y relajante, tiene la virtud de ser un tipo de meditación, de activación de cierta parte de nuestro cerebro que no es utilizada habitualmente, sojuzgada generalmente por la razón. "Dibujo horrible !" , "jamás podré copiar bien algo que veo", "no soy capaz de representar nada que se entienda" .... son algunas de las limitaciones que solemos imponernos.
Pero, es realmente necesario que la meta final sea una representación de la realidad? algo que sea conocidos por otros?
Dónde queda la creatividad, el grafismo por el grafismo mismo, el placer de jugar? Por qué deberíamos someterlo a la apreciación y el juicio del otro? Siempre es tan necesario?
Liberar tensiones, aplacar la mente, sosegar la ansiedad, activar el hemisferio derecho del cerebro, jugar ! No son esas, acaso, causas más que suficientes y valederas para practicarlo, sin reprimirnos?
Qué tal si nos permitimos volver a esas prácticas de la niñez, donde no nos importaba qué opinaban los demás de nuestras representaciones, pero que las hacíamos libres, divertidos, entretenidos,
Los invito a probar esto de jugar con el lápiz, el bolígrafo, el rotulador ... o lo que tengamos a mano, y observar qué aparece y lo más importante, cómo nos sentimos luego de hacerlo.

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